En el corazón de Medellín, donde las montañas abrazan el cielo y la cultura se respira en cada esquina, nació en 1957 una de las celebraciones más emblemáticas de Colombia: la Feria de las Flores. Esta fiesta, que hoy enorgullece a toda la ciudad, tuvo un origen humilde pero lleno de vida, como las flores mismas que protagonizan su historia.

La iniciativa surgió de la Oficina de Turismo de Medellín, que buscaba crear un evento que rescatara y exaltara las tradiciones locales. En ese entonces, Medellín ya era reconocida como un centro importante de producción de flores, gracias al trabajo incansable de los campesinos de corregimientos como Santa Elena, quienes cultivaban con amor y dedicación las flores que adornaban el Valle de Aburrá.

El primer Desfile de Silleteros fue el alma de esa primera feria. Apenas unos 40 campesinos, cargando a sus espaldas coloridas silletas —estructuras artesanales de madera decoradas con flores frescas—, caminaron orgullosos por las calles del centro de Medellín. Aquella manifestación espontánea de belleza y esfuerzo fue tan bien recibida por la ciudad que, desde ese momento, se convirtió en el corazón de la Feria de las Flores.

Más allá del colorido y el espectáculo visual, el desfile simbolizaba un reconocimiento a los valores más profundos del pueblo antioqueño: la laboriosidad, la familia, la tradición y el amor por la tierra.

Con los años, la feria fue creciendo. Se sumaron conciertos, exposiciones de autos clásicos y antiguos, festivales de música, fondas y eventos que celebraban la diversidad cultural de Medellín y Antioquia. Sin embargo, el Desfile de Silleteros sigue siendo el evento más esperado y emotivo de toda la feria, una tradición que pasa de generación en generación entre las familias silleteras.

Hoy, la Feria de las Flores no solo es un símbolo de identidad local, sino también un evento de talla internacional. Atrae a miles de visitantes de todas partes del mundo que llegan para maravillarse con las silletas, sentir la calidez de su gente y vivir una Medellín que, cada agosto, se viste de flores, música y alegría.

La Feria de las Flores es más que una celebración: es la representación viva de un pueblo que, a pesar de los desafíos, siempre florece.